Por fin pude escribir algo en mi blog. Pero no pude hacer ninguna investigación histórica como yo queria. Solo es una carta que un mormón mexicano que me encontré le escribió a su hijo. Ojala les guste:
Hijo de mi corazón:
Hijo de mi corazón:
Te engendré con el más puro amor que le tengo a tu madre. Con mucha ilusión me enteré que venias a este mundo de probación. ¡Qué felicidad sentí al verte por primera vez en el hospital! Los primeros días soñaba con todas las posibilidades que tú tendrías y lo que podrías llegar a ser: ¡Presidente de México!, ¡un escritor más prolífico y más virtuoso que Cervantes!, ¡campeón olímpico!, ¡el doctor mas famoso del mundo!
Pensaba en eso porque creía que eso te daría mucha felicidad. Ahora sé que hay escritores famosos que viven amargados, hay gente que tiene todo lo que muchos sueñan tener y son miserablemente tristes. Al verte reír como bebé, y dormir con la paz que millones anhelan, descubrí qué es lo que deseo para ti. Mi deseo se ha convertido en mi oración de cada noche: ¡Oh Dios, permite que mi hijo siempre tenga una sonrisa sincera en su rostro y que tenga paz de conciencia; que sea feliz!
Luego tuviste hambre. Cuando tu madre te alimentaba tu rostro se iluminaba de emoción al ver la leche que hacia crecer tu cuerpo. Mi corazón de padre invariablemente se hincha de alegría al verte comer con gusto. Mi oración a Dios se hizo más grande: ¡Oh Dios, permite que mi hijo siempre tenga una sonrisa sincera en su rostro y que tenga paz de conciencia; que sea feliz, y que siempre tenga el alimento para vivir!
Nunca se te olvide que eres mi hijo, pero aun más importante que eres un hijo de Dios. El vela por ti desde el cielo y quiere que le ores cada día. Cuéntale tus deseos, tus tristezas y tus anhelos. Pídele perdón si alguna vez cometes un pecado, el te va a perdonar. Sin arrepentimiento no hay felicidad y yo quiero que seas feliz. Lee sin falta las escrituras todos los días. Dios te va hablar a tu corazón las cosas que necesitas escuchar.
Nunca se te olvide que eres mexicano. Ama a México intensamente por todo lo bueno que tiene. Por sus paisajes, por su historia, por su comida, por su gente buena y exitosa. Perdónale lo malo que tiene mas no lo emules. Si tú eres buen ciudadano y honesto, entonces, estás haciendo mejor a México.
Hijo mío: Hay gente mala que le está haciendo daño a México. Yo ruego que esto se acabe pronto. Te pido perdón si yo y los de mi generación no logramos heredarte un México mejor. Reconozco que alguna vez fui corrupto, que en un par de ocasiones les di mordida a los policías de tránsito. Pero eso se acabo cuando te vi nacer. Yo quería que estuvieras orgulloso de mí y me comprometí a ser honesto. Mi conciencia está tranquila desde entonces. Hay que tener valor para no caer pero vale la pena hijo mío. Cuando llega la noche y te das cuenta que fuiste honesto, entonces podrás dormir tranquilo, a pesar de todo. Tu carácter se fortalece día con día al saberte honesto y eso te da la felicidad.
Sin embargo, si cuando seas mayor aun existen los antipatriotas que lastiman a México, entonces tu tarea será, primero que nada, no ser como ellos. No tengas miedo de ellos. Dios estará contigo a cada paso y yo también. Luchemos hijo mío y no nos amedrentemos de ellos. La justicia está de nuestro lado. No nos vencerán. México tendrá paz para ti y para tus hijos. Solo recuerda que ni las peores olas de maldad pueden hundir al barco más pequeño si el agua no entra dentro del barco. No dejes entrar a la maldad, la corrupción ni la inmoralidad a tu corazón y no habrá ola que te pueda hundir. Ya nuestra gente pudo derrotar estas bandas de ladrones una vez.(Hel 6:37)
Tendrás más felicidad al luchar contra la maldad que al ver pasivamente como la corrupción avanza. Lucha desde tu trinchera. Si decides ser médico, se un médico exitoso y honesto. No te dejes corromper. Si decides ser maestro, conviértete en un erudito de la educación y blinda a tus alumnos en contra de la corrupción. Eso te va a dar la felicidad. Contagia a los que te rodean de honestidad y de felicidad. Que cuando te pregunten: ¿Cómo eres tan feliz? Tú les puedas decir: ¡Porque tengo la conciencia tranquila, estoy luchando por hacer de mi México un México mejor!
Recuerda hijo mío estas cosas, y recuerda que todas las noches yo oro por ti: ¡Oh Dios, permite que mi hijo siempre tenga una sonrisa sincera en su rostro y que tenga paz de conciencia; que sea feliz, y que siempre tenga el alimento para vivir! ¡Ayúdame a mí y a los de mi generación a limpiar a México antes de que crezcan! ¡Si no sucediese así, permite que mi hijo sea mejor que yo, que me vea morir luchando por heredarle un México mejor, que me vea morir sin doblarme ante la corrupción. Que mi hijo sea fuerte, honesto, valiente, inteligente para que sea feliz y para que México sea mejor!